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El discreto encanto de los robots humanoides

Las personas parecen tener una natural simpatía hacia las máquinas con rasgos humanos. Estas son algunas de las más populares.

Por Alvaro Montes
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Hay 3,4 millones de robots de  tipo industrial trabajando a esta hora en el planeta. Los hay con ruedas, anclados en una cadena de producción, de gran tamaño y peso, pero ahora se están abriendo paso una nueva generación de  robots con forma humana, el porqué de esta tendencia, a continuación.

No han pasado muchos días desde que el hombre más rico del mundo, Elon Musk, el mismo que pretende ser enterrado en el planeta Marte y que revolucionó la industria automotriz y de internet satelital, mostrará un prototipo de un robot que espera revolucione la domótica. Se trata de Optimus, un robot asequible -si asequible son 20 mil dólares-, que está diseñado para ayudar con los quehaceres del hogar.

Y aunque suena novedoso, lo cierto es que existen robots para el hogar, desde hace años, empezando por dispositivos tan “humildes” como las aspiradoras robóticas o incluso de compañía como el robot Aibo de Sony o de seguridad como Astro de Amazon.  Lo que tienen en común estos dispositivos es que ninguno es bípedo, porque eso de andar en dos extremidades no es tan conveniente. Porque el uso de solo  dos extremidades es más inestable que las siempre eficientes ruedas o incluso que usar cuatro patas como el perro robot Spot de Boston Dynamics. Sin embargo, existe una demanda, para ellos y especialmente para producir robots de aspecto humano: los famosos robots humanoides.

Las razones para este diseño se explican por varios motivos que van desde la identificación hacia la forma del cuerpo humano, que nos es tan familiar,  como por la empatía que despiertan. En Japón, la Universidad de Tecnología de Toyohashi realizó estudios al respecto comparando fotografías de manos, humanas y robóticas, a punto de sufrir daño y la respuesta neuronal en los sujetos de muestra fue similar. O dicho de otra forma, realmente nos identificamos con ellos de una forma primaria.

Gracias a esta “simpatía”, el mercado global de robots humanoides se espera que pase de los “apenas” dos mil millones de dólares, de 2020, a más de 7.900 millones para 2025. Un mercado dominado por los estadounidenses y los países europeos. Se estima que uno de los principales usos para esta generación de robots será la interacción directa con seres humanos. Imagine, por ejemplo, un conserje de un hotel o el encargado de resolver dudas de los visitantes en un centro comercial. 

Más que una “cara” bonita

Como vemos, los robots humanoides favorecen la interacción con los seres humanos pero esta imitación implica varios retos porque más allá de la apariencia, el movimiento de los seres humanos son fruto de la interacción de más de 600 músculos esqueléticos y 360 articulaciones. Para reproducir estas complicaciones los robots usan sensores,  servomotores y por supuesto software. Recordemos que los servomotores son motores que permiten movimientos precisos. 

Un ejemplo lo da el también reciente lanzamiento del CyberOne de Xiaomi, un robot de 1,77 metros de altura y 52 kilos capaz de soportar hasta 1,5 kilos de peso en una mano. Gracias a unos algoritmos es capaz de balancearse y caminar con una velocidad de hasta tres kilómetros por hora.

Pero lo más innovador de este robot es su software capaz de reconocer hasta 45 emociones humanas para interactuar de forma más acertada con sus padres orgánicos. Esto se logra mediante “motores” de reconocimiento de semántica ambiental y de identificación de emociones humanas.

Voceros de Xiaomi han anunciado que no está previsto que el Cyberone salga a la venta en el corto plazo, debido a su elevado costo de producción.

Algunos antecedentes

Aunque Optimus y el CyberOne son impresionantes lo cierto es que están solos, existe toda una generación de robots humanos que van desde juguetes hasta robots de atención a los clientes que han abierto la puerta a esta tendencia durante años.

Tal vez el trabajo más destacado en este campo es el de Honda con su legendario Asimo. Un producto “jubilado” en 2021, veinte años después de ser lanzado al mercado. Se trató de un esfuerzo del titán japonés destinado para los hogares, incluso para ayudar a las personas con movilidad reducida pero su costo, de más de dos millones de dólares, lo hacía imposible de masificar.

Sin embargo, Asimo abrió las puertas a muchas tecnologías y es que se trató de un proyecto que requirió décadas de investigación, desde 1986, que empezó desde lo más básico: ¿cómo lograr que camine y que suba escaleras sin caerse?

Sin Asimo jamás existirían equipos tan impresionantes como el Atlas de Boston Dynamics, un robot capaz de movimientos tan impresionantes que hace parkour como pocos seres humanos.

Por cierto,  Boston Dynamics era propiedad de Hyundai Motor Group y ahora de Softbank. Creado inicialmente con implicaciones militares, este robot es capaz de cargar grandes pesos, realizar complicados movimientos físicos (saltos, volteretas) en condiciones extremas. De hecho, fue creado por pedido de la agencia estadounidense DARPA(La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa) y la misma responsable del nacimiento de internet.

Otros casos conocidos

A pesar de todas las virtudes de los robots mencionados, tal vez ninguno ha logrado tanta exhibición internacional como Sophia. Creada por la empresa Hanson Robotics es capaz de mostrar 62 expresiones faciales humanas y en 2017, Arabia Saudita le otorgó la ciudadanía. Es decir, es el primer robot en tener una nacionalidad.

El punto fuerte de Sophia es su capacidad de interactuar con los seres humanos gracias a la Inteligencia Artificial y a dos cámaras, en sus ojos, que usa  para reconocer expresiones faciales humanas.

Otro robot diseñado para interactuar con seres humanos es Pepper, fabricado por  Softbank Robotics en 2014, se trataba de un humanoide que alcanzó un relativo éxito comercial: más de diez mil unidades en 20017. Se le vendió como un robot emocional y fue usado en miles de tiendas y en el sector educativo.

Pero tal vez el uso más inusual de Pepper fue en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio 2021, donde hizo las veces de público para ayudar a que los atletas participantes no se sintieran tan solos. Se dejó de fabricar ese mismo año.

Por supuesto, existen muchos ejemplos más de robots humanoides como JiaJia, de China, o el robot militar ruso armado FEDOR, además de los innumerables juguetes que poco a poco se van haciendo más sofisticados. Aunque es difícil predecir hasta qué punto llegarán las capacidades de estos robots, algo ya es seguro: serán parte de nuestro futuro.

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