Ahora que la Inteligencia Artificial está de moda es muy probable que usted se haya encontrado con este término: “el test de Turing”, uno de las principales pruebas para determinar si los sistemas computacionales pueden “pensar” y expresarse como un ser humano.
Fue propuesto por el matemático y criptógrafo londinense Alan Turing, en 1950, y proponía colocar a un juez humano en una habitación cerrada mientras charlaba con dos misteriosos interlocutores al otro lado. Uno de ellos era un chatbot y el otro un ser humano. Si el juez era incapaz de determinar cuál era una máquina se pasaba el test.
Esta prueba es una de las cosas más recordadas de Alan Turing pero su vida va mucho más allá de eso. Fue un héroe, una mente adelantada a su tiempo y una víctima de un sistema segregacionista, homofóbico y caduco.
Nacido en Londres, en 1912, Alan pasó su infancia en la India para luego volver a estudiar la secundaria en Inglaterra. A los 24 años publicó un estudio llamado «Sobre los números computables con una Aplicación de Entscheidungsproblem» donde identificó las características de un número computable y un método para calcularlo.
En otras palabras, en este texto determinó que una máquina podría resolver cualquier tarea siempre y cuando esa labor pudiera traducirse a expresiones matemáticas y reducirse a una cadena de operaciones lógicas binarias. O dicho de otra forma, Turing se imaginó, décadas antes de su creación, como debían operar las computadoras modernas.
Más allá del Test
Pero las proezas de Alan no se limitaron a eso, en medio de la segunda guerra mundial su trabajo fue vital para lograr descifrar los mensajes encriptados enviados a submarinos alemanes salvando innumerables vidas. Para tal fin inventó las máquinas Bombe de las cuales se crearon 211 unidades en Gran Bretaña y unas 120 en Estados Unidos.
Tras la guerra Turing se obsesionó con el potencial de las nuevas máquinas creyendo incluso que estas podrían llegar a pensar como ser humano. Así participó en la creación de nuevos dispositivos como ACE (siglas en inglés de Automatic Computer Engine) y posteriormente en MADAM (o Manchester Mark I).
Pero una cultura homofóbica decante y absurda (más aun en pleno siglo veinte) aceptada oficialmente por el Estado británico, destruyó la vida y carrera de una de las mentes más brillantes del siglo pasado. Cuando estaba en la cúspide de su carrera fue acusado y detenido por su orientación sexual, y además se le prohibió el acceso a sus centros de trabajo. Buscando evitar la cárcel aceptó un “tratamiento” médico basado en hormonas para “curar” sus preferencias sexuales. Esto lo llevó a la depresión y posteriormente al suicidio el 7 de junio de 1954.
Décadas después, el 19 de agosto de 2014, la reina Isabel II de Inglaterra proclamó el indulto póstumo al que es considerado actualmente como uno de los padres de la inteligencia artificial. Indulto tardío, que no reparó en nada el daño causado.