El estudio Global Mind Project realizado por Sapien Labs, descubrió que los smartphones y tabletas afectan seriamente el bienestar mental de los jóvenes. Cuanto más joven se accede a un smartphone, más efectos negativos hay en la salud mental, con síntomas que son distintos a los típicos de la depresión y la ansiedad.
Uno de los principales hallazgos de la investigación indica que cuanta menor edad se tiene al recibir el primer smartphone, peor es la salud mental en la adultez, con una diferencia pronunciada entre hombres y mujeres. La tendencia a la disminución del bienestar mental en los adultos más jóvenes es muy evidente en las generaciones a partir de 2010-2014, coincidiendo con el punto de inflexión marcado por la aparición de los teléfonos inteligentes, las redes sociales y el acceso a Internet todo el tiempo.
Mujeres: las más afectadas
El porcentaje de mujeres con salud mental afectada que obtuvieron su smartphone a los seis años disminuye del 74 por ciento al 46 por ciento en comparación con las que lo obtuvieron a los 18; mientras que, en los varones, disminuyó del 42 por ciento al 36 por ciento a las edades respectivas. La medición que hace el Cociente de Salud Mental, MHQ, indica que, a nivel global, aquellas que accedieron a un smartphone a los 10 años o menos tienen puntajes MHQ con los rangos más bajos de la escala, lo que indica ya un cuadro clínico de depresión.
Es una correlación progresiva global. De las mujeres que obtuvieron un smartphone a los seis años, el 74 por ciento entra en los niveles más críticos de la escala del MHQ; aquellas que lo obtuvieron a los 10 años, entra un 61 por ciento; de las que lo tuvieron a los 15 años, entra un 52 por ciento; a los 18 años, un 46 por ciento; y a los 45 años o más, solo un 14 por ciento.
El Yo Social: la dimensión con más resultados negativos
Esta categoría mide elementos como la imagen personal, la autoconfianza y la habilidad de mantener relaciones positivas y cooperar con los demás. Entre la población que obtuvo su smartphone más joven, el Yo Social es la dimensión que más resultados negativos registra. Para Latinoamérica, el panorama es levemente más negativo frente a la tendencia global, siendo las mujeres quienes registran puntajes más críticos que los hombres.
Pensamientos o acciones suicidas
En una escala del uno al nueve, donde el uno indica problemas leves y el nueve una fuerte influencia negativa del smartphone en la conducta, se evidenció que cuanto más joven se accede a un smartphone, hay mayor tendencia al suicidio. Por ejemplo, entre quienes accedieron a un dispositivo a los seis años, las mujeres alcanzaron un 5.8 en la escala, mientras los hombres un 4.1. En cambio, entre quienes accedieron a los 18 años, las mujeres alcanzan solo el 3.6, mientras los hombres el 3.2.
En Latinoamérica, los pensamientos o acciones suicidas supera la tendencia global de manera preocupante, aunque se mantiene similar en otras conductas como sentimientos agresivos hacia otros, culpa, sensación de estar desconectado de la realidad, y acciones repetitivas y compulsivas.
La crianza no siempre es determinante en los problemas con el smartphone
Aunque se podría considerar que niños y adolescentes con experiencias traumáticas en el hogar serían más susceptibles a la influencia negativa de los smartphones, se descubrió que los resultados persisten también en jóvenes que han tenido crianzas tranquilas, determinando que el impacto de los smartphones en la salud mental de los jóvenes es un factor común en escenarios de crecimiento y culturales distintos.
Reflexiones
Aunque los niños y adolescentes aboguen por tener un smartphone, son los padres quienes tienen la última palabra en este proceso, es decir, son los directos responsables y es necesario tener en cuenta que los smartphones obstaculizan las habilidades sociales. El comportamiento en sociedad es algo complejo que requiere práctica para perfeccionarse y construir relaciones que integren al individuo y lo ayuden a soportar las adversidades de la vida.
Un contacto demasiado temprano con los smartphones hace que gran parte del proceso de formación sea digital. Un niño está pasando en promedio de cinco a ocho horas en línea, casi 1.000 a 2.000 horas al año, que deberían aprovecharse en actividades presenciales donde interactúe y aprenda las habilidades sociales necesarias.
La virtualidad no es, bajo ninguna circunstancia, un sustituto o equivalente de la interacción real, pues elimina modalidades sensoriales importantísimas que son habilitadoras de la vinculación social para todo individuo. Además, evita que se adquieran capacidades sociales y de resiliencia.
Las tendencias en América Latina se ubican en el promedio mundial y son preocupantes. El estudio concluye con un llamado a los lectores para que consideren oportunamente las implicaciones que trae el uso de los smartphones en los más jóvenes, de cara a construir el futuro de una sociedad civil sana.
¿A quienes evaluó el estudio?
Para el estudio, realizado entre enero y abril de 2023, se tomó una muestra de 27.696 jóvenes entre los 18 a 24 años a lo largo de los cinco continentes. Para Latinoamérica se evaluaron 7.061 mujeres y 4.541 hombres de países como Colombia, México, Perú y Argentina.
Se tuvieron en cuenta 47 elementos que cubren un amplio rango de síntomas y capacidades mentales (27 funciones mentales y 20 síntomas asociados a desórdenes mentales) que, combinados, conforman el Cociente de Salud Mental (MHQ en sus siglas en inglés), todo esto sumado a seis dimensiones más: estado de ánimo y perspectivas, Yo Social, Adaptabilidad y resiliencia, Impulso y motivación, Cognición y Conexión Mente-Cuerpo.