No pasa un día sin que haya un anuncio sobre la Inteligencia Artificial. Su fama ha superado con creces la popularidad de la nube o el metaverso. Incluso Google anunció que búsquedas sobre “cómo crear una IA” y “cuándo se creó la IA”, registraron un aumento del 610 por ciento en las consultas con respecto a febrero de 2022.
Las expectativas e incertidumbres que logró generar ChatGPT no han parado desde su lanzamiento, gracias a ello hoy todo el mundo conoce las palabras Inteligencia Artifical, aunque muy pocos saben de qué se habla realmente. A propósito del día de la Apreciación de la Inteligencia Artificial enumeramos tres de los grandes debates que ha suscitado esta tecnología y que no pasan desapercibidos.
La necesidad de regular el aprendizaje de la Inteligencia Artificial: aunque la IA sin duda supone un componente principal para el futuro, expertos, entre los que se incluye Elon Musk, uno de los cofundadores de la propia OpenAI, remarcan la ausencia de unas regulaciones mayores. Por ello, han creado una petición pública a través de la cual buscan frenar temporalmente el rápido desarrollo de estas herramientas hasta que se asegure un entrenamiento ético; mientras que organismos internacionales como la Unión Europea están ya desarrollando actualmente sus propias leyes de IA con propuestas que enfatizan las necesidades de ciberseguridad y seguridad de datos en estas herramientas.
El reto reside en el hecho de que, una vez aprendido, el conocimiento es prácticamente imposible de «eliminar» de estos modelos. Esto significa que los mecanismos de seguridad se centran en impedir que se recojan o revelen determinados tipos de procesos de información, en lugar de erradicar el conocimiento por completo.
Acabará con muchos trabajos, pero nacerán nuevos: según el World Economic Forum,
para 2025, la automatización y una nueva división del trabajo entre los seres humanos y las máquinas desplazarán 85 millones de empleos en todo el mundo en empresas medianas y grandes de 15 industrias y 26 economías. Roles en áreas como la entrada de datos, contabilidad y administración están disminuyendo en la demanda a medida que aumenta la automatización y la digitalización en el lugar de trabajo.
Sin embargo, a la par de la evolución de la economía y los mercados laborales, se crearán 97 millones de nuevas funciones en toda la economía del cuidado, en las industrias tecnológicas de la cuarta revolución industrial, como la Inteligencia Artificial, y en los campos de creación de contenidos.
Afectará de manera notable la ciberseguridad: estas afectaciones ya ocurren en dos sentidos, lo bueno y lo malo. Lo bueno es que hoy en día, la Inteligencia Artificial y el aprendizaje automático son dos de los principales pilares que ayudan a mejorar las capacidades de ciberseguridad. Podemos ver algunos ejemplos de la aplicación de esta tecnología en el ThreatCloud AI de Check Point, una solución de prevención de amenazas basada en la Inteligencia Artificial capaz tomar 2.000 millones de decisiones de seguridad diariamente, escaneando webs, correos electrónicos, dispositivos IoT, aplicaciones de móviles y más.
Lo malo, es que los ciber atacantes han aprovechado la velocidad y precisión de esta herramienta para crear códigos maliciosos y ciberataques, como campañas de phishing. Asimismo, es usada para crear fake news y todo tipo de contenidos imágenes, vídeos o incluso audios, para suplantar la identidad de los usuarios.
También ha provocado un aumento significativo del uso de bots y sistemas automatizados para llevar a cabo ataques en línea, lo que permite a los ciberdelincuentes aumentar el éxito de sus campañas maliciosas. Además, permite a los atacantes, utilizar redes de bots impulsadas por IA para lanzar ataques DDoS masivos con el fin de saturar los servidores de sus objetivos e interrumpir sus servicios.