Por: María Amparo Gaitán J
Según datos de la Armada Nacional de Colombia, entre 2022 y hasta abril del presente año, las autoridades capturaron a 82 personas involucradas en minería ilegal. Entre los detenidos pudo haber estado Yerly (nombre cambiado por solicitud de la fuente), una mujer que se ganaba la vida extrayendo metales preciosos de la rivera de un río en Tarazá (en la zona del Bajo Cauca antioqueño). Pero no fue así porque, como otros pobladores que se dedicaban a estas actividades ilícitas, Yerly tuvo la fortuna de hacer parte de los programas de Usaid en la zona, en los que aprendió a construir colmenas y producir miel.
Como Yerly, grupos crecientes de mujeres rurales colombianas que habitan la región del Bajo Cauca antioqueño son beneficiarias directas de programas sociales en los que una fintech, Imix, y una emprendedora reconocida en el país, Sandra Rubio, juegan un papel protagónico. Rubio ha llevado al sector rural el modelo fintech tan de moda en las ciudades colombianas, y las tecnologías en que este se apoya.
La apicultura es un buen caso de estudio. Los apicultores necesitan capital para sostener su actividad. El sistema financiero tradicional, con sus rígidas reglas de respaldo e historial crediticio, los deja por fuera.
¿Qué hacer? Imix vio una oportunidad para estas comunidades rurales en la corresponsalía bancaria, un modelo que, de acuerdo con Sandra Rubio, fundadora y CEO de Imix Colombia y Latam, es un caso de estudio a nivel mundial. Así lo corrobora el Microscopio Global de Inclusión Financiera publicado por The Economist, un ranking donde Colombia lleva varios años ocupando los primeros lugares. Esta corresponsalía bancaria es diferente, se adapta a las necesidades crediticias de las poblaciones y es 100 por ciento digital. Fue construida sobre la idea del “tendero banquero”, un líder de la propia comunidad rural, que juega un rol clave en la inclusión financiera.
Marcela Atencio es una de estas «tenderas banqueras, perteneciente a la asociación Asociación de Productores de Miel, con sede en el municipio de Caucasia. Ella es agente del ecosistema digital Appiarias y entre sus tareas está acompañar el proceso de formación y aprendizaje de las asociadas, otorgar recursos financiero y comprarles el producto.
Los datos son la principal barrera a la hora de adquirir los créditos. Mientras que un pequeño comerciante de la ciudad es rechazado por tener una historia crediticia negativa, en el campo la población ni siquiera existe en las bases de datos, y cuando existe no cumple con los requisitos que exige el sistema financiero tradicional ¿De dónde obtener la información para otorgar los créditos? Allí entra la figura del “tendero banquero” que conoce a la comunidad y puede solicitar la información requerida; información a la que se aplica posteriormente un proceso de analítica, para determinar cuánto dinero se le puede otorgar al solicitante y el plazo.
Appiarias cuenta con una base de datos de todos los apicultores del Bajo Cauca y del noreste antioqueño, que incluye información acerca del núcleo familiar de cada apicultor, el número de colmenas y cuántas de ellas están activas, entre otras informaciones que permiten entender sus necesidades específicas. Esta caracterización se hizo en 2022, bajo el programa Nuestra Tierra Próspera, visitando uno a uno a los apicultores en cada vereda. “Si un productor se acerca a solicitar un crédito a través de la plataforma, lo visitamos nuevamente, revisamos que tenga las unidades establecidas y la forma de hacer miel para cumplir con las cantidades necesarias; además le ofrecemos asistencia técnica. La cantidad de apicultores que necesitan fortalecer su unidad productiva es grande y nosotros tenemos la meta de vender 70 toneladas de miel al mes”, explica Marcela.
En el Bajo Cauca existen más de 80 asociaciones de apicultures y cada una de ellas tiene entre 50 y 70 socios. Por sus características ambientales (sus tipos de bosques) allí se concentra la myaor producción de miel del país. La apicultura es una interesante alternativa económica para las mujeres rurales, porque no requiere dedicarse a tiempo completo, lo que permite disponer de tiempo para la atención familiar. Una prodcutoa que posee 60 colmenas recolecta miel durante seis días del mes, y el resto del tiempo lo puede emplear en otras actividades. Un apiario no requiere seguimiento diario, sino que se revisa cada doce o quince días, dependiendo de las condiciones de la colmena. “La producción de miel genera buenas oportunidades, el combate a la minería ilegal ha sido fuerte por parte del gobierno y ha dejado mucho desempleo, la apicultura ha nacido como una alternativa para las personas que no tienen un trabajo estable, y sobre todo, para las mujeres que no tienen una fuente de ingresos”, añade la líder.
Yerly trabaja con 20 panales de miel y obtiene dos cosechas al año. Anteriormente le pagaban en tres meses. Hoy, gracias al conocimiento qque Marcela posee acerca de Yerly, de sus cosechas, sus ventas y su capacidad de pago, recibió un microcrédito que le permitirá duplicar la capacidad, y podrá producir en 40 panales. A los ojos de Yerly, Sandra le “fía” estos recursos.
Sandra Rubio, de Imix, explica que el sistema está soportado sobre Open Data y data colaborativa, bajo el modelo de fábricas de crédito rural, inspirado en corresponsalía bancaria. Así denomina la Superintendencia Financiera al modelo en donde un tercero realiza la operación (en este caso Marcela Atencio) en representación de un banco o una Fintech. Imix lo hace a través de su plataforma ‘Acá se fía’, el cual permite digitalizar y automatizar la pr financiero más popular en Latinoamérica: fiar. Gracias a esta plataforma los ingresos de los pequeños productores rurales crecieron 34 por ciento, porque cuentan con capital de trabajo, y las ventas de los distribuidores de agro insumos crecieron 12 por ciento. La fintech Imix fue premiada por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, Fida, en el programa Innovatech.
La metodología de microcrédito, que es con la que trabajan las cooperativas financieras, los bancos de inclusión y las microfinancieras, es altamente relacional. Anteriormente, este tipo de instituciones de apoyo crediticio necesitaban visitar varias veces a Yerly para identificar su capacidad de pago. Gracias a los “tenderos banqueros” el proceso ahora es rápido y simple. “Con el tendero banquero hackeamos la metodología y ponemos a un tercero a que nos apoye. Esto le evita los costos de desplazamiento a los canales financieros y les reduce a las cooperativas un 60 por ciento los costos de generación, desembolso y recaudo”, explicó Sandra Rubio.
Imix tiene operación en Colombia con Mibanco, con la red Coopcentral, que reúne más de 150 cooperativas en el país; con Cívico, y con Fondos de inversión como Acciones y Valores. En Ecuador tiene acuerdos con el Banco Bolivariano, con la Red de Desarrollo de Instituciones Financieras del Ecuador y una de las redes nuevas que se llama Tu Enlace; en Guatemala con la Fundación de Cooperativismo Alemán y en México con la red de cooperativas Socaps.
Un piloto para expandirse a otros sectores
El proyecto con la Asociación de Productores de Miel está en la fase piloto, para que el “tendero banquero”, en este caso Sandra, pueda capturar los datos de las productoras de miel de la zona. Ya se otorgaron los primeros créditos digitales con metodologías propias de una startup, como el agilismo y las pruebas de ensayo y error.
“El piloto con los apicultores lleva un año y estamos en la fase de desembolso de los primeros créditos digitales; el plan es llegar a 4000 apicultores. La meta es modelar la capa de servicios financieros dentro de un encadenamiento productivo y llevarla a sectores más grandes como el cacao, el aguacate y el café”, explicó Rubio.
Añadió que, rompiendo la barrera del capital de trabajo la comunidad rural puede ser muy productiva. En sus palabras, esto es algo que no se ha hecho antes porque los modelos bancarios requieren una garantía que muchos de los agricultores no tienen, debido a la carencia de tierras o de títulos de propiedad.
Imix realiza desarrolla estos programas para determinar la necesidad de capital de trabajo, utilizando los datos del ecosistema de cada asociación de productores. Para Rubio, se trata de un proceso de apoyo y co-creación con los clientes. “Una persona en la ruralidad sale de la pobreza en un ciclo de microfinanzas que puede durar entre uno y tres años”, explica.
“Queremos que las personas que compran miel del bajo Cauca se enteren que es una miel de paz, una alternativa al conflicto y a la minería ilegal”, destacó la gerente de Imix.