El término «algoritmo» se ha vuelto muy popular. Los algoritmos, entendidos como secuencia de pasos para solucionar un problema, constituyen la base fundamental de la programación computacional. Y suelen estar en el ojo del huracán por las noticias frecuentes sobre el uso que las plataformas de redes sociales hacen de ellos para generar adicción, polarizar los debates y hasta manipular conciencias. Meta, la compañía propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp, está por estos días bajo escrutinio público debido a las filtraciones de información corporativa interna, que revelan la utilización de algoritmos para tales propósitos.
No obstante, manipular conciencias no es el único uso posible de los algoritmos, y ni siquiera su destinación más importante, a pesar de lo mucho que este tema suena en las noticias. Líneas de código inteligentes prestan cada día servicios de valor para los humanos en campos como los negocios, la salud, la ciencia y el entretenimiento, entre muchos otros. La programación es, esencialmente, uno de los logros históricos más importantes de la tecnología, y los algoritmos constituyen su expresión más madura.
En la industria del software el diseño de algoritmos es un componente fundamental, y la metodología para desarrollarlos es un campo sumamente especializado. Se conoce como la lógica de la programación, y utiliza modelos matemáticos (variables algebraicas, ecuaciones diferenciales, operaciones aritméticas, funciones, operaciones lógicas y mucho más) para dar estructura a la secuencia de instrucciones que el software pondrá en marcha. Los programadores se encargan de escribir los algoritmos en lenguajes de programación específicos, que serán llevados como paquetes de software o aplicaciones, a los dispositivos en los que se ejecutan, como computadores y smartphones.
En el mundo de los negocios los algoritmos permiten monitorear mercados, identificar tendencias y detectar patrones de consumo, y entregan esta información de manera clara y estructurada a los ejecutivos encargados de tomar decisiones. Asimismo, son un auxiliar valioso para la productividad de las empresas, en donde software inteligente es capaz de sustituir a los humanos en tareas tediosas y repetitivas, como alimentar bases de datos, monitorear procesos y realizar cálculos estadísticos.
La Inteligencia Artificial, combinada con el análisis de volúmenes enormes de información (lo que se conoce como Big Data), permite en la actualidad el desarrollo de algoritmos complejos y sofisticados, capaces de realizar tareas asombrosas. En muchas organizaciones en el mundo, los departamentos de Recursos Humanos se apoyan en algoritmos para la selección y contratación de personal. En Estados Unidos, por ejemplo, se estima que alrededor del 70 por ciento de las solicitudes de empleo son filtradas primero por software, antes de pasar a revisión humana, lo que permite enormes ahorros en tiempo y dinero.
La compañía IBM desarrolló la plataforma Watson Salud, basada en Inteligencia Artificial, que utiliza algoritmos capaces de revisar en cuestión de minutos millones de reportes e investigaciones internacionales sobre cáncer, para entregar a los oncólogos la identificación precisa del tipo de cáncer de un paciente y el tratamiento más adecuado. Sin Watson, este proceso – realizado manualmente por los médicos – puede tardar hasta meses.
El sector financiero utiliza algoritmos para evaluar las solicitudes de crédito. Los algoritmos pueden analizar una gran cantidad de variables y entregar la recomendación respectiva para cada solicitud, libre de prejuicios emocionales y – al menos teóricamente – con menor riesgo de errores.
Las aplicaciones para encontrar pareja son cada vez más populares y esto se explica por el éxito de los algoritmos que identifican a las personas adecuadas para establecer una relación. El «clic» que hacen dos personas que se contactan por recomendación de los algoritmos en Tinder o Match.com, ha resultados todo un éxito y las cifras de parejas y matrimonios estables y duraderos entre personas que se conocieron mediante esta metodología, es cada vez mayor.
Algoritmos que analizan el comportamiento de los mercados de valores entregan a los clientes del sector financiero, recomendaciones de inversión cada vez más acertadas.
Hay algoritmos famosos, como «Page Rank», desarrollado por Google para ordenar y jerarquizar los resultados de las búsquedas, y alrededor del cual (tratando de adivinar su “lógica” interna) millones de especialistas en mercadeo realizan toda clase de acciones. Un mercado multimillonario de publicidad digital funciona en torno a este algoritmo.
La compresión de datos se realiza mediante algoritmos, y uno de los más apreciados por los usuarios en todo el mundo es el mp3, que permite comprimir música digital en archivos pequeños con no mucha pérdida de calidad sonora. Otros algoritmos de compresión de datos son utilizados para reducir el tamaño de archivos de imagen, como Jpeg, también muy popular por su aceptable nivel de calidad.
La criptografía juega un papel fundamental en la Internet, gracias a que los algoritmos de cifrado de datos permiten el uso seguro de las comunicaciones y se utilizan para encriptar contraseñas. El algoritmo RSA, por ejemplo, es uno de los más célebres en la historia de esta disciplina.
Los algoritmos están presentes en el diario vivir de la mayoría de las personas, incluso si no se conectan a Internet ni utilizan un computador. Cuando alguien sigue una receta para preparar el almuerzo familiar del domingo, está utilizando una forma primitiva y muy antigua de algoritmo. En las pantallas o en el mundo físico, los algoritmos acompañan a los humanos todos los días.