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No hay que prohibir las inteligencias artificiales generativas, hay que explicarlas: Carlos Scolari

Uno de los más reconocidos investigadores en las ciencias de comunicación en la actualidad, conversa a fondo sobre IA, hipermediaciones y cultura digital, en entrevista en profundidad con Inteligencia Artificial Chile.

Por Alvaro Montes
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Por: Luis San Martín Arzola
Inteligencia Artificial Chile

Carlos Alberto Scolari es un destacado teórico de la comunicación y medios. Nacido en Rosario en 1963 y radicado en España desde 1990, es reconocido por su contribución teórica al concepto de “hipermediaciones”, además de su especialización en medios digitales, interfaces y ecología de la comunicación. Ha enseñado en la Universidad Nacional de Rosario en Argentina, la Universidad de Vich (2002-2009) y la Universidad Pompeu Fabra (desde 2010 hasta la fecha), y ha dictado conferencias y talleres sobre su especialidad en varios países.

Centrado en las narrativas transmediáticas y los cambios que sufre una modernidad poblada de algoritmos, Scolari es un influyente investigador que lleva décadas trabajando en el cruce de diversos campos, con un profundo impacto en los estudios de la comunicación y los medios digitales. Entre sus obras de referencia se encuentran Hipermediaciones. Elementos para una teoría de la comunicación digital interactiva y La guerra de las plataformas. Del papiro al metaverso. Su prolífica producción académica incluye también artículos publicados en reconocidas revistas científicas.

Los procesos de interacción y la semiótica de las interfaces son parte de sus pilares teóricos, incluyendo las ideas de especialistas como Jesús Martín-Barbero o el filósofo Umberto Eco, en quienes se apoya para explicar conceptos integrados en el auge de la inteligencia artificial y el cambio que se que se está viviendo en la comunicación de masas.

La inteligencia artificial está transformando rápidamente muchos campos, incluyendo el periodismo y la comunicación. ¿Cuál es el desarrollo más significativo que has observado en este ámbito?

CARLOS SCOLARI: Para los que investigamos y lo que trabajan en el mundo de la comunicación, seguramente lo más disruptivo y significativo ha sido la rápida emergencia y difusión de las inteligencias artificiales generativas. Obviamente, en el ámbito de la producción textual la apertura del ChatGPT a finales del 2022 abrió un juego a nivel global de algo que prácticamente solo se estaba experimentando en los laboratorios. En pocos días millones de personas en todo el mundo, estudiantes, profesores, investigadores e investigadoras se pusieron a hacer cosas con este y otros sistemas de generación textual; esto es un fenómeno alucinante que está afectando y afectará a todas las profesiones vinculadas al mundo de la comunicación, por no hablar de la educación.

Y no nos olvidemos de las inteligencias artificiales generativas en el ámbito de la imagen, ya sean estáticas (imagen fotográfica, más realista, menos realista, pixelada, etc.) o en el sector audiovisual, por no hablar de las inteligencias artificiales que crean música. También eso es un terremoto, recién ahora estamos sintiendo las primeras vibraciones. Vamos a tardar bastante tiempo en incorporar, entender, usar en nuestro beneficio y reducir los posibles efectos negativos de las inteligencias artificiales generativas.

Uno de tus conceptos teóricos más conocidos es el de “hipermediaciones”. ¿Podrías explicar brevemente en qué consiste relacionándolo con el rol que puede jugar la inteligencia artificial en este proceso?

CARLOS SCOLARI: En el año 2008 publiqué un libro que se titula HipermediacionesElementos para una teoría de la comunicación digital interactiva. El título es un guiño y, al mismo tiempo, un homenaje a Jesús Martín-Barbero y su teoría de las mediaciones, uno de los grandes aportes teóricos de América Latina a los estudios de comunicación.

En este caso, el concepto de hipermediación es un paraguas amplio, al igual que el de mediación. Las inteligencias artificiales (y las generativas en particular) pueden entrar y ser integradas en este marco teórico y analítico. En ese sentido, como decía Martín-Barbero, hay que “perder el objeto para ganar el proceso”. Tenemos que dejar de focalizarnos en la cosa tecnológica, el juguete tecnológico, y prestar mucha atención a los procesos.

Yo creo que ese principio de Jesús Martín-Barbero está muy presente. Hoy no tenemos que quedar encandilados frente a las inteligencias artificiales; en cambio, tenemos que apuntar a los procesos. Hay que perder el objeto —la fascinación por las inteligencias artificiales— para recuperar los procesos —cómo se “educaron”, cómo y para qué se usan, etc.—. Me parece que este principio sigue siendo válido en este universo de las inteligencias artificiales.

Has investigado extensamente las nuevas formas de comunicación nacidas a partir de la difusión de la web. ¿Cómo crees que la IA está influyendo en la forma en que consumimos y creamos contenido en línea? ¿Corre peligro la veracidad de la información?

CARLOS SCOLARI: La emergencia de las inteligencias artificiales obviamente influye en la forma en que consumimos y generamos contenidos. Por un lado, a nivel de consumo, los algoritmos son muy importantes en nuestra experiencia de consumo mediático. Cuando vemos series o escuchamos música en una plataforma, los algoritmos interactúan con nuestros gustos y también contribuyen a modelarlos. Esto es un tema que ya se viene investigando hace bastantes años.

Como dije antes, las inteligencias artificiales abren toda una nueva dimensión en lo que se refiere a la generación de contenidos. Respecto a la veracidad de toda esta información, ese es un problema mucho más viejo. Esto es más antiguo que la inteligencia artificial, incluso más antiguo que la imprenta. Como decía Umberto Eco, “el signo es algo que sirve para mentir”. Podríamos decir que desde que el Homo Sapiens comenzó a desarrollar formas avanzadas de lenguaje, la mentira y el engaño son formas que están presentes en la comunicación humana. Solo que ahora, en tiempos de redes e inteligencias artificiales generativas, adquieren otra dimensión.

Veníamos de un universo donde, cuando alguien veía una fotografía, aparentemente era algo “real”. Sin, embargo, sabemos que la mejor foto analógica admitía la posibilidad de la falsificación. Por ejemplo, en la vieja Unión Soviética ponían y sacaban dirigentes de las fotos oficiales. Esas imágenes analógicas eran tan sospechosas como las que genera hoy Midjourney o Stable Diffusion. Esta sospecha se exaspera hoy con las inteligencias artificiales. Debemos trabajar la alfabetización mediática de la ciudadanía, enseñar a lidiar con todo tipo de material textual.

La guerra de las plataformas, el libro más reciente de Carlos Scolari, publicado por Anagrama.

No me creo que la gente en todos estos últimos siglos se creyera todo lo que decía la radio, ni lo que veía en la televisión o en la prensa. Tenemos que afinar más estas percepciones, las formas de filtrar la información para aprender a gestionarla mejor. Pero repito, esto es un problema viejo que ahora se relanza con la inteligencia artificial, pero no es precisamente nuevo.

Tu trabajo también se ha centrado en las interfaces y los procesos de interacción. ¿Cómo visualizas el papel de la IA en la mejora de estas interacciones en la comunicación digital? ¿Empeoran también?

CARLOS SCOLARI: La inteligencia artificial que opera dentro de las plataformas cambia nuestra experiencia de interacción. Obviamente, puede servir para expandir y mejorar nuestra forma de interacción. Ahora mismo hay inteligencias artificiales operando a nivel del tráfico en las grandes ciudades. Es una tecnología que ayuda a determinar patrones y a predecir posibles problemas en la movilidad. Lo mismo pasa en otros niveles de la vida digital: por ejemplo, las inteligencias artificiales pueden servirnos para orientar y facilitar nuestra interacción en la búsqueda de contenidos.

Como cualquier otra tecnología, también aparecen sesgos y problemas colaterales. Se habla mucho de los filtros burbuja y de las cámaras de eco. Este también es un fenómeno que se viene investigando desde hace más de diez años. Sin embargo, hay estudios contradictorios sobre los filtros burbuja y las cámaras de eco, hay estudios que los confirman y otros que aparentemente los desmienten. La investigación empírica todavía no es taxativa respecto a esas supuestas burbujas de información. Es una cuestión importante que debemos seguir investigando. Pero los sesgos existen, eso está más que confirmado.

¿Qué desafíos éticos y sociales crees que surgen con la creciente integración de la IA en el periodismo y la comunicación?

CARLOS SCOLARI: Las inteligencias artificiales, sobre todo las generativas, tienen una dimensión ética que debemos comprender e incorporar en los usos. Solo me focalizaré en un caso: la generación de textos. La creación de textos escritos está a la orden del día en el ámbito educativo. Chat GPT se abrió a finales del 2022 e inmediatamente había chicos y chicas que empezaron a utilizarlo en todo el planeta para hacer sus tareas; mientras, los profesores y profesoras no tenían idea de lo que estaba pasando en las aulas…

Desde mi perspectiva, estos usos se deben hacer lo más transparentes posibles. Por ejemplo, en los artículos destinados a las revistas científicas se pueden usar estos instrumentos, pero hay que explicar en qué momento de la investigación o de la redacción de un trabajo se utilizan y para qué. Yo creo que habría que hacer algo similar dentro del aula.

No hay que prohibir las inteligencias artificiales generativas, hay que explicarlas y trabajar esta idea de transparencia para evitar, por ejemplo, que se conviertan en una herramienta de fraude. Son muy útiles y potentes a la hora de crear y procesar contenidos. Cualquier persona que trabaje en el mundo textual, no solo en la educación, debería aprender a utilizarlas.

La narrativa transmedia es un concepto importante en la era digital e implica muchísimo a los usuarios, que tienen que elegir cómo “seguir” el relato. ¿Cómo puede la IA contribuir a enriquecer y ampliar las narrativas transmedia?

CARLOS SCOLARI: Mi impresión es que el uso de las inteligencias artificiales generativas dentro de las narrativas transmedia todavía está por verse. Debido a esa capacidad que tienen para crear nuevos contenidos, no creo que tarden mucho en integrarse dentro de las narrativas transmedia. No cuesta mucho imaginar un mundo narrativo transmedia que se va contando en muchos medios y plataformas, y que muchos de esos contenidos “expansivos” se generen automáticamente.

Algo de esto ya está presente en algunos videojuegos. Por ejemplo, No Man’s Sky es un videojuego en que el sistema genera automáticamente millones y millones de planetas que el jugador o la jugadora pueden explorar. O sea, esos planetas ya no están hechos por un equipo, sino que son creados por la máquina.

En el Departamento de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona organizamos este año el primer festival europeo de cine con inteligencia artificial. Se presentaron trabajos hechos por humanos pero que contaban —ya sea a nivel de guion o las imágenes— con apoyo de inteligencias artificiales generativas. Había cosas muy sofisticadas, cortometrajes de cine de autor, pero potenciados por el uso de estas herramientas. Yo creo que ahí está el filón más interesante desde el punto de vista de la narrativa transmedia: las inteligencias artificiales generativas como instrumento para abrir nuevos horizontes creativos.

En el mismo sentido, los chatbots y el lenguaje natural de las IA generativas cambia sin parar. Teniendo en cuenta tus conocimientos en lingüística y comunicación, ¿crees que llegará el día en que no podamos distinguir a un humano de un robot? ¿O ya estamos en ese punto?

CARLOS SCOLARI: Mi tema no es la robótica y seguramente queda un largo camino hasta que veamos un robot que sea imposible de distinguirse de un humano. Pero si vamos a la producción textual, la cosa se pone interesante…. Si bien ya hay aplicaciones aparentemente capaces de detectar si un texto ha sido creado con una inteligencia artificial, está demostrado que tienen un índice de error muy alto. O sea: ni la misma IA puede diferenciar un texto creado por un humano de otro generado por la máquina…

Esto genera una zona gris llena de debates increíbles hasta hace poco. Si nos planteamos la pregunta a partir de los robots, seguramente falta mucho, pero… Ayer me llegó un vídeo de un robot de la empresa de Boston Dynamics, esos humanoides que corren, caminan y saltan. En ese vídeo un robot jugaba al fútbol, esquivaba pelotas y hacía jugadas dignas de Lionel Messi. Pero hoy, a nivel textual, es cada vez más difícil identificar si un texto, una imagen o una canción ha sido generada por una computadora o un humano.

En tu libro La guerra de las plataformas hablas de la lucha por el control de los medios de difusión y la necesidad de innovar lo más rápido posible. Ahora que la IA entra al juego, ¿cuál es tu opinión sobre su impacto en la producción de contenido, como la generación automática de noticias o las radios con locutores o locutoras hechos con IA? ¿Crees que esto podría cambiar fundamentalmente la forma en que se crea y distribuye la información?

CARLOS SCOLARI: Mi impresión es que sí, la inteligencia artificial es y será cada vez más un actor fundamental de la interfaz mediática. Esto no quiere decir que todos los contenidos que vamos a consumir van a estar generados por una inteligencia artificial, pero… Pensemos en un portal informativo en horario nocturno. La mayoría de los diarios online no tienen personal que actualice la web de noche, por lo que ese proceso ya se está haciendo de manera automática. Claro, es muy probable que esto ya no pase solo de noche, sino que a lo largo del día haya actualizaciones automáticas generadas por la inteligencia artificial. Pensemos en información del tránsito, climática, mercados, etc. A una inteligencia artificial no le cuesta mucho generar ese tipo de contenido informativo sin intervención humana.

No creo que otros contenidos más sofisticados, llamémoslos “de autor” (como las crónicas periodísticas con estilo literario), sean generados automáticamente por una inteligencia artificial. Si los hiciera una IA les restaría valor. La gente también quiere escuchar una voz humana y leer cosas escritas por sus semejantes.

Pero volviendo a lo de antes, creo que la irrupción de las inteligencias artificiales es indudable: son actores muy potentes, capaces de hacer entrar en crisis todo tipo de entorno laboral. La aparición de estos actores tecnológicos cambia las reglas del juego en el campo de la comunicación o la educación. En el caso de las inteligencias artificiales generativas, todas las profesiones vinculadas al tratamiento textual, ya sea de fotos, de vídeos o de textos escritos, están siendo afectadas por estas tecnologías.

El subtítulo de este mismo libro es Del papiro al metaverso. En un reciente tuit comentaste que originalmente era Del papiro al TikTok, pero que esta última parte ya se podía reemplazar por la IA. ¿Crees que los paradigmas cambiarán inevitablemente?

CARLOS SCOLARI: Si pudiera, quizás ahora pondría como título La guerra de las plataformas. Del papiro a la inteligencia artificial… ¡pero debería agregar un capítulo! Tengo en claro que también se está dando una “guerra de plataformas” en el campo de las inteligencias artificiales. Por un lado, está la cuestión de la “plataformización”. Nosotros generamos contenido, hacemos preguntas y algunas inteligencias artificiales (no todas) aprenden de ellas. Si a esto sumamos la actividad de los usuarios, o la circulación comunitaria de los prompts, podemos comenzar a hablar de una cierta plataformización.

Por otro lado, al igual que en las plataformas de transporte, musicales o audiovisuales, hay grandes corporaciones detrás de las inteligencias artificiales. OpenAI, por ejemplo, la empresa detrás del ChatGPT y Dall-E, recibió 10 000 millones de dólares de Microsoft. Google, Meta, Apple, Amazon y otras corporaciones no se quedarán atrás…

En ese sentido, no me extrañaría que las inteligencias artificiales sean el nuevo campo de batalla de las grandes corporaciones digitales. A lo mejor ciertos conflictos que hoy son muy fuertes, por ejemplo, en el ámbito de las plataformas audiovisuales, quizás se estabilicen y la competencia —y la innovación— pasen a las plataformas de inteligencia artificial. De todas maneras, una de las características del ecosistema mediático es que resulta muy difícil hacer predicciones. Es un sistema complejo, entonces cualquier actor, como las inteligencias artificiales generativas, produce una disrupción que escala y cambia inmediatamente las reglas del juego. Es muy difícil predecir qué forma adoptará la guerra de plataformas o cómo será el ecosistema mediático y tecnológico de aquí a unos años.

¿Qué consejo darías a los futuros periodistas y comunicadores que desean aprovechar al máximo las oportunidades y desafíos que presenta la inteligencia artificial en su campo?

CARLOS SCOLARI: Si tuviera que dar un consejo, diría que lo peor que podemos hacer es implementar la política del avestruz. O sea, poner la cabeza bajo tierra, decir “acá no pasa nada”, “esto nunca va a llegar al aula”, o “esto nunca va a llegar a las redacciones de los diarios”. Sería el peor error que podríamos cometer.

Tenemos que utilizar estas herramientas, aprender a usarlas e incorporarlas en el aula. Debemos ser muy claro con los principios éticos que regulan el buen funcionamiento y uso de estas tecnologías, e incorporarlas de la misma manera en que hemos incorporado los correctores textuales, los sistemas de traducción automática o las herramientas de retoque fotográfico. Las inteligencias artificiales generativas no tardarán en integrarse a muchas aplicaciones que ya utilizamos (Word, Photoshop, etc.).

Más allá del shock inicial, de a poco nos iremos acoplando a estas tecnologías, así como nos adaptamos a muchas otras que, en su momento, eran muy polémicas. Cuando yo estaba en la escuela primaria, nos prohibían utilizar calculadoras electrónicas… Las inteligencias artificiales son un fenómeno disruptivo y pervasivo, no hay marcha atrás. Tendremos que adaptarnos lo mejor posible para poder utilizarlas en nuestro beneficio y reducir sus efectos negativos.

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