Preocupante caída del indicador de apropiación digital en Colombia

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Por Álvaro Montes

No le va bien a Colombia en apropiación digital. Lo que hacen los ciudadanos con las tecnologías es predominantemente pobre: conversar en Whatsapp, perder el tiempo en las redes sociales y poco más. El Centro Nacional de Consultoría reveló su más reciente informe sobre el tema. Su exclusivo índice de apropiación digital es el principal termómetro con que cuenta el país para monitorear el impacto social de la tecnología.

El estudio contiene muchos datos de gran importancia, pero el más relevante es el índice de apropiación digital, que ubica la posición del país en un rango de 0 a 1, en donde 0 es el nivel más bajo de apropiación social de la tecnología y 1 el más alto. Así que, cuanto más cerca se encuentre un país del nivel mínimo, la situación es más alarmante. En 2023 el indicador general en Colombia es de 0,30 puntos. Es peor que en la medición anterior, realizada en 2020, cuando el indicador fue 0,39 , pero mejor que las mediciones de 2018 (0,22) y 2016 (0,20).

El lugar más alto en este histórico lo obtuvimos en 2020 por razones obvias: los confinamientos hicieron que todo el mundo se conectara. El trabajo y el estudio en casa dispararon el indicador; pero tras la pandemia, las cosas retornaron más o menos a la «normalidad» y por esa razón el indicador cayó en 0,9 puntos en el presente año.

La notable caída del indicador se explica por el retorno general a la presencialidad, y especialmente en  el sector educativo, según informa Carlos Lemoine, director de estudios de apropiación y transformación digital en el Centro Nacional de Consultoría. El estudio encontró también que las brechas se ampliaron entre 2020 y 2023. El caso más preocupante es la brecha entre el sector urbano y el sector rural: El indicador en las zonas rurales es de 0.19, mientras que en las zonas urbanas es de 0.33. «Además, se observa que la brecha entre hombres y mujeres, que se redujo durante el periodo de cuarentenas, se mantiene presente», indica el informe.

También se amplió la brecha entre jóvenes y adultos. La población joven muestra un indicador de apropiación digital de 0,35 en tanto que la población adulta un indicador de 0,27. Un aspecto destacado del estudio es que incluye, por primera vez, mediciones de apropiación digital en los territorios PDET, que son aquellos en los que se ejecutan programas sociales y económicos como fruto del Acuerdo de Paz.

La riqueza y valor del estudio del CNC radica en que no solo mide el tiempo de uso de diferentes tecnologías (eso lo hace el DANE), sino el para qué (nadie más estudia eso en el país). El indicador del CNC es «una medida de la capacidad de las personas de cambiar y agilizar sus vidas a través del uso del mundo digital. En el mundo se han desarrollado otros indicadores, pero estos indicadores solo toman en cuenta acceso y usos. El indicador de apropiación del CNC incluye la variable de intenciones, es decir para qué se usa la herramienta», explican los autores del estudio. Cuanto mayor es el número de intenciones de uso que tienen las personas, mayores habilidades digitales poseen. Una cosa es ver videos en Youtube (la mayoría de los colombianos lo hace diariamente), y otra es verlos para educarse o para entretenerse, o para generar ingresos.

De este modo, el indicador del CNC establece tres segmentos de apropiación digital. El nivel básico es el de las personas que utilizan internet y smartphones para entretenimiento y comunicación. Allí está el 40 por ciento de los colombianos que se conectan diariamente. En el nivel intermedio las personas utilizan las herramientas para educarse y participar en la vida del país (trámites, transacciones, etc.); allí se ubica el 26 por ciento. En el nivel avanzado se utiliza la tecnología para la productividad, el trabajo, los negocios y los servicios financieros, principalmente. El 16 por ciento de los colombianos lo utilizan para estos fines.

La mayor presencia de colombianos en el nivel básico se debe a las menores condiciones de acceso y educación. En este segmento predomina el teléfono móvil, un dispositivo muy inferior que el computador cuando se piensa en apropiación digital. En nuestro país hay menos computadores en los hogares de estratos 1, 2 y 3, que en los hogares de estratos 4, 5 y 6, y eso marca diferencias en el uso que se hace de internet.

Un tema que el estudio aborda es el llamado «efecto Mateo», inspirado en el pasaje bíblico que sentencia lo mismo que ocurre en las sociedades actuales: “al que tiene se le dará más y al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará”. Las familias dotadas con mejor nivel educativo, mejor nivel de bancarización y con bilingüismo, aprovechan mucho más las posibilidades que ofrecen las tecnologías, en tanto que las familias que carecen de ellas tienen pocas posibilidades de mejorar su lugar en el indicador de apropiación digital. Es la razón por la que el 40 por ciento de los colombianos se encuentra en el nivel básico de apropiación digital y el 18 por ciento ni siquiera utiliza internet, mientras el 26 por ciento está ubicado en el segmento intermedio y el 16 por ciento en el avanzado de apropiación digital.

Carlos Lemoine enfatiza en las señales positivas que trae el estudio 2023. «Para ver el vaso medio lleno, gracias las cuarentenas en el nivel avanzado multiplicamos por 3 el indicador de apropiación digital, y ahora hay un porcentaje importante de colombianos que de alguna manera probaron lo que es la ciudadanía digital, la posibilidad de expresar todas las capacidades a través de canales digitales y de ese grupo solo perdimos 3 puntos porcentuales con el regreso a la presencialidad plena», explica. Evidentemente caemos, pero hay una cosa valiosa y es que a la gente que probó la apropiación digital le gustó y se quedó.

El tipo de conexión es fundamental. No es lo mismo aprovechar las posibilidades de internet desde un teléfono con conexión inalámbrica, que desde un computador con conexión fija de fibra óptica. «Donde ocurre todo lo bueno, las cosas significativas que pueden alterar la apropiación digital,  es en conexión fija y en PC, no en el smartphone», advierte Lemoine.

Claramente, el país debe realizar mayores esfuerzos en mejorar la conectividad, no solo por cobertura sino por calidad. Lemoine señala que «hubo gobiernos que se relajaron y debieron mantener el ritmo en conectividad de última milla, pero no lo hicieron, y vino la pandemia». Iniciativas como el contrato de Centros Digitales que se implementó durante el gobierno de Iván Duque debieron emprenderse muchos años antes.

En una entrevista reciente, el fundador de Spotify, el sueco Daniel Ek, contó que cuando era niño el gobierno de su país entregó computadores en las escuelas. Eso marcó sus inclinaciones tecnológicas en la etapa adulta. Lemoine cree que esa presencia de gobierno en la vida de los niños, de entender desde entonces el impacto que tendrían las tecnologías en el futuro, hace que Europa y Estados Unidos nos lleven tanta ventaja hoy. «Lo que sí es claro es que podemos alterar el ritmo; no tenemos que hacer esos procesos tan lentos, vamos a tener que hacer esfuerzos grandes y muy creativos para alterar el ritmo de digitalización de nuestro país”, advierte.

Finalmente, Lemoine señala, con toda razón, que el reto más grande que tenemos es no quedarnos como país simplemente consumidor de tecnologías hechas afuera, sino convertirnos en país productor.  Tecnologías propias, desarrolladas aquí y algo de soberanía tecnológica nacional; eso es lo que Colombia necesita.